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Pranayama: Práctica más allá de la esterilla

El Pranayama es una ciencia múltiple. Pranayama no es sólo un tipo de ejercicio físico relacionado con la respiración. Podemos realizar pranayama de manera física, mental, energética e incluso espiritual, ya que todos estos aspectos del ser humano pueden verse involucrados en dicha práctica. La mayoría de nosotros, en el momento presente, sólo practicamos pranayama físico, ya que nuestro estado de conciencia es muy bajo. Presionamos la nariz y respiramos alternadamente en la confianza de que esto solo de por sí es pranayama. Pero este ejercicio difícilmente puede llevarnos siquiera a un estado de conciencia más elevado. Para cuidar nuestras energías y enfocarlas apropiadamente en la práctica del Yoga es importante llevar a cabo la práctica en todos los aspectos de la vida, no tan sólo en el momento de la clase de Yoga o en los ejercicios que hagamos en casa.

 

Qué es Pranayama.

Prana es la energía sutil que es la causa de toda energía que actúa en el mundo. La electricidad, el viento, las corrientes de los ríos, todo es movido por Prana. Por supuesto, nuestro cuerpo no es diferente. Todas las corrientes nerviosas, la circulación de la sangre, la digestión, etc., son animadas también por Prana en diferentes formas. Yama significa “restricción” o “control”. Esto es importante, ya que no es lo mismo restringir o cesar que controlar. Pero lo cierto es que ambas traducciones son correctas. El fin último del Pranayama es que el prana cese su movimiento  a fin de que la mente se detenga también para lograr los estados elevados del Yoga. Esto se llama Kevala Kumbhaka. Así que el fin del Pranayama es restringir el movimiento del Prana. Al mismo tiempo, para lograr esto, debemos ejercer un control sobre éste. No podemos parar algo que no podemos controlar. De modo que el Pranayama es control de la energía como medio y restricción de la misma como fin.

 

Veréis que decimos “energía” y no “respiración”. El Prana es controlable a través del control de la respiración, porque tomamos energía al respirar, y porque el proceso respiratorio está movido por Prana. Pero hay más técnicas para controlar el Prana. Sólo hacer los ejercicios de respiración alterna y otros es parte de la práctica, pero no toda. Todos los textos tradicionales insisten en cierto tipo de hábitos de vida que sirven igualmente para controlar el Prana, y sin los cuales, los ejercicios se tornan ineficaces. La razón de esto es que debemos purificar las nadis o canales energéticos por los que corre el Prana antes de pensar en controlarlo. He aquí algunos de los aspectos que debemos contemplar:

La hora de levantarse.

La tradición recomienda Brahma Muhurta como hora de levantarse para la práctica del Yoga (y por ende del pranayama). Esto es una hora y media antes de que salga el sol. Aunque algunos dicen que Brahma Muhurta son las cuatro y media de la mañana, por las condiciones geográficas y climáticas de cada país, esto puede variar. Para muchos, esta hora puede ser imposible. Baste decir que es importante levantarse pronto y acostarse temprano. Esto es así porque el prana terrestre es más puro en las horas del amanecer, por lo tanto absorberemos energía más pura en nuestra práctica, pero no sólo eso. Acostumbrarnos a vivir y dormir con el ciclo del día armoniza nuestro organismo individual con el organismo Universal o Naturaleza. Esto produce en el cuerpo un fluir del prana más sano y ordenado, lo cual es tremendamente útil a la hora de “domar” nuestra energía.

La dieta.

Es imposible remarcar lo suficiente la necesidad y beneficios de una dieta vegetariana para la práctica del Yoga. Una gran cantidad de Prana es obtenido a través de la comida. El Prana que obtenemos de la alimentación cárnica es energía que los animales han tomado de su ingesta de plantas, por lo cual es Prana “de segunda mano”. Comer carne produce un cuerpo ácido, rígido y una energía pesada e inerte. La muerte del animal, lleno de miedo y tristeza, también afecta a sus pranas, que van a ser asimilados por nosotros. Por lo tanto, la dieta debe ser basada en vegetales. Las Escrituras nos informan de que, además de esto, la dieta del que practica pranayama debe ser suave, dulce y contener lácteos. Debe ser suave ya que si la podemos digerir fácilmente estamos ahorrando una energía que en otro caso se desaprovecharía en una digestión pesada. Por lo tanto, alimentos puros y fáciles de digerir como los cereales, ciertos tipos de legumbres y hojas verdes son ideales. A la vez se recomienda que tenga cierta dulzura. No por supuesto el exceso al que estamos acostumbrados en occidente, debido a los azúcares procesados, sino una dulzura natural como la de las frutas y el azúcar de caña. Esto nos proporcionará grandes cantidades de energía y un humor alegre y adecuado para practicar. Por último se dice que debe contener lácteos. La leche y el yogur son alimentos muy adecuados para el Pranayama ya que refuerzan los tejidos cerebrales. No obstante, hoy día los productos lácteos están muy adulterados y se causa daño a las vacas para extraerlos y fabricarlos. Debido a esto, nosotros recomendamos cambiar estos alimentos por leches y yogures vegetales, que tendrán un efecto similar.

 

Aparte de la cualidad el alimento hay otra cuestión: la cantidad. Los textos suelen decir que se debe llenar medio estómago con alimento, un cuarto con agua y dejar el otro cuarto vacío. Esto correspondería al famoso consejo de nuestras abuelas de “quedarse con un poco de hambre”. Así nos alimentaremos adecuadamente pero sin excesos. Hay otros factores como la masticación completa, la atención, etc.

 

La vida íntima

Brahmacharya o continencia es otra de las prácticas importantes para lograr el éxito en Pranayama. Cuando hablamos de continencia, nos referimos a todos los sentidos. Pero la Escritura da una importancia especial al impulso sexual. Mucha gente tiene problemas con esto, y debido a ello le cuesta asimilar el principio de Brahmacharya. En realidad es básico para manejar nuestros pranas. Nadie puede negar la cantidad enorme de energía que se pierde, no sólo durante el acto sexual, sino también en pensamientos sensuales, deseo, las acciones consecuentes para satisfacer tales deseos, (como buscar una pareja, etc) lo cual dispersa nuestras energías y, lo que es peor, hace que fluyan hacia las zonas inferiores del cuerpo sutil, provocando un tipo de mentalidad mundana que no es adecuada para el Yoga.

 

Al mismo tiempo, sería exagerado decir que el Yoga es sólo para aquellos que pueden permanecer célibes. En tal caso sólo algunos monjes y ascetas podrían practicarlo. Yoga es sarvabhauma, esto es, para todo el mundo, tanto casados como célibes. Por lo tanto hay más maneras de practicar Brahmacharya que simplemente abstenerse del contacto con el otro sexo.

 

Si uno puede practicar celibato completo, ya sea en vida en pareja o monástica, entonces eso es muy bueno, pero si no puede, se pueden alcanzar beneficios similares llevando a cabo una vida conyugal regulada. Teniendo una sola pareja, y relacionándose con ella de forma razonable, uno obtendrá también el estado de Brahmacharya. Esto es debido a que una sola pareja crea estabilidad en la mente del aspirante. Su mente ya no estará agitada por la necesidad de conseguir un compañero. Al mismo tiempo, tampoco tendrá que gastar energía física ni mental en buscar la unión sexual puesto que la tendrá disponible en su pareja. Esto hará que sus pensamientos moren mucho menos en la sensualidad, y por tanto su prana, motor de estos pensamientos, estará mucho más ordenado. Por último, pero no menos importante, el intercambio sexual entre estas dos personas estará basado en el amor, que es una fuerza cohesiva inigualable. Aquí el sexo tiene un propósito más elevado que la mera satisfacción egoísta. Es cierto que perderá algo de energía en el acto sexual físico, pero es una perdida menor si la comparamos con la de la persona lujuriosa, y si se hace de manera moderada, el aspirante puede compaginar perfectamente su práctica de Yoga, en este caso de Pranayama, y su vida conyugal.

La postura física

Cualquier practicante entenderá fácilmente los beneficios de un cuerpo sano y fuerte para la práctica de Pranayama. Si la espalda no está fuerte y no puede mantenerse recta, los ejercicios de respiración se harán con mayor dificultad. Obviamente la práctica de Yogasanas resultará fundamental aquí. Es recomendable acostumbrarse a estar sentado en Padmasana, Siddhasana o alguna otra postura meditativa. Un elemento importante aquí es que la postura sea firme pero no rígida. Es importante que no haya tensión en la práctica de pranayama, ni interna ni externa. Ello de nuevo se debe al Prana. Si nuestro cuerpo se tensa, los pranas circularán con dificultad, y la práctica será más atropellada. La práctica de los asanas es lo que nos proporcionará este estado de confortabilidad y al tiempo firmeza para llevar a cabo un pranayama saludable. Por supuesto, aprender la ciencia de la relajación consciente, tal como se hace al final de las modernas clases de Yoga, también será importante para este fin.

 

Para que la práctica sea fructífera, uno debe acostumbrarse a la regularidad. Si uno practica asanas todos los días, esto es muy bueno, pero si esto no es posible debe practicar regularmente: cada dos días, cada tres días… aunque sea un solo día a la semana la práctica dará su fruto de acuerdo con su intensidad, si es regular. Para todas estas consideraciones lo mejor es acudir a un profesor experimentado que nos aconseje a fin de no ser demasiado flojos ni demasiado estrictos con nosotros mismos.

 

Una respiración consciente y relajada a lo largo del día también nos ayudará mucho. Si nos acostumbramos a poner atención a la manera en la que respiramos, estaremos haciendo pranayama constantemente incluso cuando no practiquemos.

El humor.

Un cierto estado mental, humor o Bhava, es importante para practicar el Pranayama. Los ejercicios de respiración no pasarán de esto si se hacen de manera mecánica, sin verdadera atención. Todos los textos del Hatha Yoga insisten en que el Pranayama se haga con verdadera concentración. La mejor forma de lograrla es, aparte, claro está, de la práctica constante, desarrollar un humor devocional. Cuando amamos algo profundamente será mucho más fácil que nos concentremos en ello. Un humor ideal para el Pranayama, que los antiguos acharyas nos recomiendan es el siguiente. Cuando inspiramos, Dios entra en nosotros, durante la retención, Dios mora con nosotros; al espirar, nos rendimos a Dios. Este humor es perfecto para las personas de temperamento devocional. Los jñana yogis o vedantinos hallarán también un humor perfecto en las palabras de Shankara, cuando dice que la inspiración es el pensamiento de “Yo soy Brahman”; la retención es la meditación profunda en este pensamiento, y la espiración es la negación del mundo material como irreal. Ambas son meditaciones muy auspiciosas para lograr una bella concentración.

 

Podríamos hablar durante mucho tiempo sobre los hábitos adecuados para la práctica del Yoga y el control de los Pranas. Algunos pueden pensar que lo arriba mencionado es imposible de ser llevado a cabo y jamás podrán practicar Pranayama adecuadamente. Es importante resaltar que todo lo dicho es un ideal. Uno puede empezar a practicar aunque no cumpla varias de las prácticas explicadas. Eventualmente irá creando hábitos más saludables de acuerdo con su grado de desarrollo y posibilidades. Si uno tiene un guru o profesor, entonces podrá seguir las indicaciones que este le proporcione e ir avanzando poco a poco. Si no, una práctica moderada y constante le hará avanzar hasta que pueda encontrar a un instructor adecuado. Lo importante es no desfallecer jamás y practicar con devoción, dedicación y amor al Yoga. De un modo u otro, entonces el éxito está asegurado.

 

Shloka:

nāty aśnatas tu yogo ’sti

na caikāntam anaśnataḥ

na cāti-svapna-śīlasya

jāgrato naiva cārjuna

 

El Yoga no es posible ¡Oh, Atjuna! Para el que come demasiado o para el que no come nada; para el que no duerme lo suficiente o para el que siempre está durmiendo.

 

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