La codicia o Lobha es un poderoso obstáculo en el camino del Yoga. La codicia es desear más de lo que naturalmente necesitamos. En realidad la mayoría de nosotros deseamos mucho más de lo que necesitamos, pero cuando el deseo se vuelve desordenado, entonces es una gran causa de infelicidad. La persona codiciosa siempre es infeliz, porque su mente jamás halla el descanso.
La codicia no es sino una modificación del deseo. Es la natural evolución del deseo cuando no nos volvemos conscientes de que la satisfacción de éste no puede satisfacernos verdaderamente.
A causa de la ignorancia de su naturaleza divina, pura y perfecta, el ser humano se siente incompleto. Esto es debido a que ha confinado su naturaleza infinita en un cuerpo y una mente limitados. Para tratar de recuperar su plenitud, él desea cosas. Primero son objetos simples, como un hogar, un lugar dentro de su sociedad o dinero suficiente para llevar una vida cómoda. Cuando se da cuenta de que estos objetos no le han satisfecho, pero no es consciente de que ningún objeto puede lograr esto, trata de conseguir más y más, en la ilusión de que al llegar a un determinado punto de satisfacción, su sensación de vacío desaparecerá. Este tipi de deseo, de cualidad rajásica o pasional, agita enérgicamente la mente, causando que la persona que lo padece no pueda reflexionar con claridad. Es por esto que la codicia se vuelve cegadora. Es una terrible enfermedad.
Otro aspecto de la codicia que obstaculiza el sadhana, es que refuerza el sentimiento del ego en el sentido de que el codicioso se siente el poseedor de algo, o busca poseer algo. En sánscrito, este defecto es llamado “Aham Mameti” (literalmente “yo y lo mío”).
Por otra parte, debemos entender que en el estado condicionado, todos tenemos deseos, y debemos trabajar con ellos mientras llevamos a cabo nuestra práctica de Yoga (cuyo fin es, finalmente liberarnos de todo deseo). Pero si los deseos nos controlan, y obstaculizan no sólo la práctica sino la vida misma, este es un grave problema con el que tratar.
Si nuestros logros en la vida no nos traen satisfacción, si observamos que en nuestra vida consideramos toda adquisición como poca cosa, si nos causa envidia ver a otros con mayor riqueza o con mejores puestos de trabajo o mayor estatus social, significa que nos estamos volviendo codiciosos.
Como es bien sabido, el método del Yoga para deshacernos de los malos hábitos es Pratipaksha Bhavana, o el cultivo de la virtud opuesta al vicio que queremos erradicar. La virtud opuesta a la codicia es Santosha o el contentamiento.
Practicar santosha consiste en hacer un esfuerzo especial por adaptarse a las situaciones tal y como vienen. Puede que uno desease ganar mucho dinero con un trabajo, pero finalmente no ha ganado tanto como pensaba. El santoshin, la persona que se contenta, se conforma con esto. Decide no gastar su valiosa energía en sentir ira o infelicidad, o en trabajar más duro para mayor beneficio material. Preferirá enfocar esta energía en trabajar más duramente en su sadhana.
Igual que la evolución natural del deseo desordenado es la codicia, la evolución natural de santosha o contentamiento es aparigraha, o no atesorar objetos innecesarios, por ejemplo haciendo compras de objetos lujosos o de otro tipo sin necesidad, solamente por la gratificación mental.
Uno puede pensar que la práctica de este tipo de austeridad y modestia material es muy duro y no puede ser practicado por casi nadie, pero lo cierto es que una vez que se comienza, uno va paulatinamente adquiriendo gran felicidad, por el hecho de necesitar cada vez menos cosas. En sí, esto es una gran recompensa que sustituye plenamente los anteriores placeres dados por los objetos materiales.
Para trabajar el contentamiento y vencer a la codicia, estos pensamientos pueden ser útiles:
- El Señor Supremo es el propietario de todas las cosas. Piensa que ni siquiera nuestros cuerpos nos pertenecen, ya que deberemos devolverlos finalmente. Pensar que nuestras pertenencias son sólo préstamos del Señor nos ayudará mucho a deshacernos de la avaricia. Además seremos más cuidadosos con lo que caiga en nuestras manos.
- Todos los objetos que adquieres traen consigo una terrible maldición: el miedo a perderlos. Por lo tanto, son más una carga que un don. Trata de pensar en ello cuando vayas a adquirir algo innecesario.
- Acostúmbrate a dar. Utiliza una cantidad de dinero de lo que ganes mensualmente para dar a los necesitados o a una causa que consideres justa. Aprende el placer de hacer regalos a otros. Descubrirás que es una fuente de gran felicidad.
- Si tienes tiempo libre, puedes colaborar en un comedor social u otra noble causa en la que tengas oportunidad de compartir tiempo con personas menos afortunadas. Esto te hará agradecer por la vida tan hermosa y cómoda que el Señor te ha dado. También experimentarás la gran satisfacción de dar al pobre y vestir al desnudo.
- Lee libros espirituales como la Avadhuta Gita, el Ramayana o el Mahabahrata. Observa los ejemplos de sus protagonistas: ve cuán desapegado fue el Señor Rama, que abandonó Su reino y riquezas para cumplir con la promesa de Su padre. Estos textos te elevarán y te harán desear ser tan heroico como ellos. Las vidas de los santos como Pattanathu Pillaiyar o Purandara Das te inspirarán igualmente.
- Repite el siguiente mantra de los Vedas; te dará consuelo espiritual y contentamiento profundo.
Oṃ Pūrṇamadaḥ Pūrṇamidaḥ Pūrṇat Pūrṇam Udacyate
Pūrṇasya Pūrṇamādāya Pūrṇamevā vaśyṣyate
¡Om! Esto es plenitud y aquello es plenitud. Aún cuando restamos la plenitud, permanece la plenitud.
- Recuerda las palabras de grandes sabios como Swami Sivananda. Él decía: “no busques y no rechaces”. Reflexiona profundamente sobre esto.
El significado de esta última sentencia es toda una guía para la vida. Es Ajagara Vritti, o el humor de la gran serpiente, la cual no sale a cazar sino que sólo permanece con su boca abierta, y cuando una presa pasa, cierra sus fauces y la engulle. Ella sobrevive confiando en la Providencia. Así, aquel que ni busca ni rechaza, vive siempre feliz, disfrutando de la riqueza cuando le llega de manera fortuita, y sin preocuparse si ésta no llega. Esto no implica vivir en la miseria, sino contentarse con la riqueza que uno obtiene por su esfuerzo natural. Al morir la ambición material, nacerá una gran paz en la mente. Nuestra práctica será entonces bella
En estos tiempos de consumismo feroz, tal vez sea hora de reflexionar sobre la felicidad que en verdad la adquisición de riquezas puede ofrecernos, y hacer una profunda contemplación del viejo refrán indio: “Todo lo que no se da, se pierde”.
Shloka:
ananyāś cintayanto māṁ
ye janāḥ paryupāsate
teṣāṁ nityābhiyuktānāṁ
yoga-kṣemaṁ vahāmy aham
A los que sólo Me adoran a Mí, sin pensar en nadie más, a los que siempre están unidos a Mí, les doy lo que todavía no tienen y les conservo lo que ya poseen.
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