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El santo que no podía ver a Dios

En Maharashtra se recuerda con gran emoción la vida y hechos de Chokhamela, uno de sus más grandes Mahatmas o almas bendecidas por Bhagavan, el Señor Supremo. Chokhamela no era un piadoso brahmana ni un asceta renunciante, sino un intocable, un paria o rechazado por la sociedad. Vivió en los tiempos del santo Ramanuja, de quien fue discípulo, en Pandharpur, una ciudad de Maharashtra famosa por su culto al Dios Vitthala, una de las formas del Señor Krishna.

 

En el pasado, Chokhamela había viajado tanto al norte como al sur de la India. En Chidambaram contempló como los devotos de Shiva de todas las castas veneraban a Nandanar, un gran devoto de Shiva que también era de la casta más baja. Animado por estas experiencias, pensó que él también podría adorar a Vitthala en el templo de su ciudad. Sin embargo, los brahmanas de Pandharpur tenían una visión muy diferente.

 

Los brahmanas habían prohibido la entrada al templo a los intocables. Ellos pensaban que sólo las castas altas eran dignas de adorar a Dios. Tenían un corazón muy estrecho. Eran brahmanas sólo de nombre. No tenían en absoluto las cualidades de humildad y pureza que sus votos requieren de ellos.

 

Chokhamela sabía esto, pero no podía renunciar a ver a su deidad. Su amor por Krishna era demasiado intenso. Se sentaba cerca del templo y cantaba bhajans, cantos sagrados, en Su honor. Los brahmanes veían esto como un insulto.

 

Un día, Vitthala, el Señor Krishna, no pudo soportarlo más. También el Señor desea encontrarse con Su devoto, al igual que el devoto desea la comunión con Dios. Así que una madrugada, en la que Chokhamela estaba cerca del templo, la deidad bajó de Su altar, y saliendo de allí, tomó de la mano al pobre paria y lo llevó dentro del templo.

 

Cuando los brahmanas entraron, algo más tarde, hallaron a Chokhamela sentado en estado de samadhi frente a la deidad de Vitthala. Lo tomaron como el peor insulto. Apalizaron al pobre hombre y lo llevaron ante el rey. Le dijeron: “Maharaj, este hombre ha faltado a nuestras tradiciones y costumbres. Merece la muerte”. El rey condenó a Chokhamela a ser devorado por perros hambrientos. Mandó lanzar a los perros contra él, pero en lugar de morderle, le cubrieron de lametazos y cariños. Habían percibido la santidad del paria. El rey lo tomó como una señal de Vitthala, y le mandó soltar.

 

Pero los brahmanas no se dieron por vencidos. Entre todos, finalmente le expulsaron de la ciudad. Tuvo que tomar a su esposa y dejar su casa. Se instalo en una humilde choza en las afueras, en la orilla del río Bhima. Chokamela y su esposa vivían muy pobremente, y ahora, además habían sido desterrados.

 

De nuevo Vitthala se sintió muy triste. No quería permanecer más en un templo en donde no se dejaba entrar a Su devoto. Salió del templo y fue a visitar a Chokhamela y su esposa. A partir de entonces, el Señor iba todos los días a comer con Chokhamela. Comían y hablaban durante mucho tiempo, y luego Él volvía a su altar en el templo.

 

Un día, la esposa de Chokhamela derramó un poco de ghee, mantequilla clarificada, en la ropa de Vitthala al servir la comida. Su esposo le dijo “ten cuidado, oh, esposa, has manchado de ghee la ropa del Señor Supremo”.

 

Un brahmana de Pandharpur que pasaba cerca de allí lo oyó, y miró por la ventana. Sólo vio a Chokhamela y su esposa. No tenía verdadero Shraddha, fe, por lo cual no tenía ojos para ver al Señor. Entonces, pensando que se estaba mofando de Vitthala, entró en la casa, y de un golpe, partió la mandíbula de Chokhamela, que quedó tendido en el suelo, inconsciente. Después tomó un baño purificatorio por haber tocado a un intocable, y fue al templo a realizar la adoración diaria.

 

Al entrar, su sorpresa y la de los demás brahmanas, fue inmensa. La deidad de Pandharpur, Vitthala tenía una mancha de ghee en Sus ropajes ¡y la mandíbula rota! El brahmana contó todo a sus compañeros, y de pronto se dieron cuenta de que habían estado maltratando a un santo. Oraron a Vitthala con verdadero arrepentimiento. El Señor apareció y les dijo “Oh, brahmanas malvados, habéis cometido una gran falta al faltar al respeto a Mi devoto. Id a su casa y curad sus heridas. Traedlo al templo y permitidle hacer adoración a Mi imagen. Sólo entonces os purificaréis”.

 

Los brahmanas, arrepentidos, así lo hicieron. La mandíbula de Chokhamela sanó, y los brahmanas se hicieron sus fervientes discípulos. Volvió a Pandharpur y vivió feliz con su esposa, cantando el Nombre del Señor Vitthala, y desarrollando devoción extrema por el Señor, alcanzó la liberación.

 

Un brahmana sin cualidades de humildad, devoción y pureza no es un brahmana auténtico. Un intocable que repite una sola vez con purez de corazón el nombre de Bhagavan Sri Krishna, se convierte en un brahmana de inmediato. El Señor no conoce nada sobre las castas. No sabe de humildes y elevados. Es como el Sol, que da su luz a los buenos y a los malos por igual. Su misericordia es ilimitada. ¡Jai Vitthala Panduranga!

 

Shloka:

vidyā-vinaya-sampanne

brāhmaṇe gavi hastini

śuni caiva śva-pāke ca

paṇḍitāḥ sama-darśinaḥ

 

Los sabios humildes, en virtud del conocimiento verdadero, ven con la misma visión a un manso y erudito brāhmaṇa, a una vaca, a un elefante, a un perro y a un comedor de perros.

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