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La obra de Vyasa

En toda la tradición hindú no hay sabio más venerado y respetado que Sri Vyasa. Él es conocido como la encarnación literaria de Dios, debido a que compiló todas las Escrituras Védicas cuando éstas corrieron peligro de perderse. La obra de Vyasa es de una extensión inmensa. Como muestra, él fue quien estableció los Vedas en cuatro colecciones, dando cada una a uno de sus discípulos: a Jaimini le dio el Rig Veda, a Sumantu el Sama Veda, a Vaishampayana el Yajur Veda y a Paila le dio el Atharva Veda.

 

Como es sabido, los Vedas se dividen en cuatro partes que tratan diferentes temas, de las cuales, la última, las Upanishads, describen la relación del alma el mundo y la Divinidad. Estos textos contienen la filosofía más sublime de los vedas. Son su culminación, y por ello son llamadas Vedanta (de Veda: Conocimiento; y –Anta: Fin o culminación).

 

Puesto que las Upanishads son de gran calado filosófico, Vyasa escribió un comentario sobre ellas, al que llamó Brahma Sutras o “Los aforismos de Brahman”. En forma de sucintos Sutras explica las conclusiones de las Upanishads. Estos textos han sido interpretados por múltiples maestros a lo largo del tiempo, y conforman la autoridad suprema del Vedanta. Todas las diferentes ramas vedantinas proceden de diferentes interpretaciones de dicha Escritura.

 

Como gran conocedor del Yoga, escribió también el comentario más autoritativo de los famosos Yoga Sutras de Patanjali, el Maha-Bhashya (Gran comentario), que clarifica los Sutras del Yoga con gran precisión. Todos estos textos son de estudio obligado para los grandes eruditos en los Vedas.

Sin embargo, la Naturaleza de Vyasa es tan compasiva que no podía tolerar que el conocimiento estuviera sólo en manos de los eruditos. Por ello, sin descansar en su obra literaria, compuso los dieciocho Puranas. Los Puranas son textos de tradición en los que se cuentan las vidas de los héroes, reyes y avatares del pasado. De esta manera, a través de historias de mayor claridad, Vyasa mostró la enseñanza védica a toda la humanidad. Los Puranas fueron escritos de un modo no sectario, de forma que quien tiene una devoción mayor por el Señor Shiva puede leer el Shiva Purana, el Linga Purana y el Skanda Purana. El que siente mayor amor por Vishnu puede leer el Padma y el Vishnu Purana. Todos ellos extraerán las enseñanzas de los Vedas mientras desarrollan devoción.

 

No contento con esto, Vyasa narró la historia del Mahabharata, en la que se muestra el conflicto entre dos familias que culminó en una gran guerra de proporciones inmensurables. Merced a su visión espiritual, Vyasa pudo narrar los hechos de manera exacta. El Mahabharata entrega a su lector a la enseñanza de que no hay nada superior al Dharma, el camino de la rectitud y la justicia. El Mahabharata contiene entre sus páginas la conversación divina entre Krishna y Arjuna que llamamos Bhagavad Gita, cuyas palabras salen directamente de los labios del Señor Krishna, debido a lo cual se considera de la mayor autoridad. El Mahabharata se considera como “el quinto Veda”. Por ello le fue entregado a un quinto discípulo, Romaharshana, para su custodia.

 

Cuando Vyasa terminó con este inmenso trabajo de escritura y compilación de los textos védicos, aún no se sentía satisfecho. Tenía la necesidad de que todo el conocimiento sagrado estuviese a disposición de la humanidad. Preguntando a su propio Guru, Narada Muni, supo que su tarea aún no había sido completada debido a que no había escrito sobre los dulces pasatiempos del Señor Krishna, el Avatar. Por eso terminó su enorme obra con el Srimad Bhagavatam, el último de los Puranas, en el cual se narran las travesuras infantiles y la vida del Señor Krishna en Vrindavana. Quien lo lee con humildad, adquiere amor puro por Dios sin que pase mucho tiempo. Así Vyasa concluyó su obra literaria.

 

Todos los hindúes tenemos una deuda imposible de pagar con el gran Vyasa, el Guru de gurus y Maestro de maestros. Él dedica su vida entera a esparcir el conocimiento védico. Todos los grandes acharyas que han establecido filosofías de una u otra manera tienen su raíz en él. No obstante, su motivación siempre fue una y la misma; su infinita compasión por la humanidad.

 

Así, se dice que en una ocasión, Vyasa fue preguntado por la suma de todas sus enseñanzas. Él respondió con un simple aforismo:

 

Shloka ardhena pravakshyami yad uktam grantha-kotibhih

Paropakaraya Punyaya, Papaya Para Pidanam

 

“La suma de miles de tratados se explica en este medio verso: La mayor virtud es hacer el bien a los demás, mientras que el mayor vicio es dañar a otros”

 

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