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El Carro de Arjuna

Los pandavas regresaron a su campamento. La norma era que el ejército ganador tenía que entrar en el campamento enemigo una vez acabada la guerra. Así pues, se pusieron en marcha hacia el campamento de Duryodhana haciendo sonar sus caracolas. Krishna pidió a todos que se quedaran quietos, y dirigiéndose a Arjuna le dijo:

 

—Arjuna, coge tu arco y tus aljabas y baja del carro.

 

Mientras Krishna permanecía aún en el carro, Arjuna hizo lo que Él le había dicho y después de que hubiera bajado, Krishna abandonó las riendas y la fusta y descendió también de aquel carro dorado incrustado de piedras preciosas. En cuanto Krishna descendió, el gran Hanuman, que estaba en el estandarte como insignia, de repente dio un salto hacia el cielo, y desapareció de la vista de todos. Todos giraron su mirada hacia la carroza de Arjuna y, en ese momento, la carroza comenzó a arder como una pira de tea, y en un breve instante, aquel esbelto carruaje quedó reducido a un monton de cenizas. Arjuna giró sus ojos llenos de lágrimas hacia Krishna, y le dijo:

 

—Mi Señor, ¿qué es lo que estoy viendo? Mi carro, mi carro dorado que Agni me regaló cuando quemó el bosque de Khandava, el carro que Tú has conducido durante todos estos días, mi carro ha sido quemado ante mis propios ojos y sin ninguna razón. ¡No puedo entenderlo! Por favor, dime por qué ha sucedido esto.

 

Krishna, que tenía una expresión muy seria, le dijo:

 

—Arjuna, este carro ha cumplido su propósito, ya no lo necesitamos más. Sobre este carro han recaido las armas mágicas de Drona y Radheya. Ha absorbido el arma de Brahma y también las armas de Aswattama. Debió haber ardido hace mucho tiempo, pero no sucedió así porque Yo estaba subido en él. Pero ahora que tú ya has alcanzado lo que te habías propuesto, lo he abandonado y por eso ha ardido. Todo lo que existe en este mundo ha sido creado con un propósito y en cuanto éste se cumple ya no hace falta para nada.

 

La seriedad abandonó el rostro de Krishna y de nuevo la sonrisa apareció en su lugar.

 

Y continuando, Krishna dijo:

 

—Arjuna, lo mismo ocurre con los hombres. Cada hombre ha sido puesto en este extraño viaje lleno de acontecimientos llamado la vida, pero todos vienen con un propósito. Una vez que lo cumplen, la tierra ya no necesita más de ellos. Y ese es el caso de todos nosotros, incluso Yo. Yo me he creado a Mí mismo en esta tierra por un propósito que aún no ha acabado, aún queda algo por hacer. Pero en el momento que haya finalizado, Yo moriré también, y lo mismo ocurrirá contigo y con tus hermanos. Pero eso no sucederá en un futuro inmediato. Ven, no te apenes, preparémonos para nuestra próxima tarea.

 

Mahabharata (Soptika Parva)

 

 

Shloka:

 

jātasya hi dhruvo mṛtyur

dhruvaḿ janma mṛtasya ca

tasmād aparihārye ‘rthe

na tvaḿ śocitum arhasi

 

Aquel que toma nacimiento, es seguro que va a morir, y aquel que muere, es seguro que tomará nacimiento. Por tanto, en el inalterable cumplimiento de tu deber, no debes lamentarte.

 

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