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La reencarnación en el hinduismo

La reencarnación o punarjanma es un concepto puntal en la filosofía y la religión hindúes. La idea de la reencarnación es tan antigua como la humanidad. Expone que el alma no vive una sola vida en la tierra, sino que transmigra a través de varias vidas, de un cuerpo a otro, para que, en el momento que termina el ciclo vital de un cuerpo, continuar su proceso espiritual en el siguiente.

 

De acuerdo con el Vedanta, la muerte es la separación del cuerpo físico y el astral o sutil. Cuando el cuerpo muere, los sentidos se reabsorben en la mente, su origen, la mente se sumerge en el intelecto, y regresa a su estado causal o karana citta. Esta forma de la mente contiene las impresiones latentes de todas las existencias que el alma ha vivido, sus recuerdos, peculiaridades y deseos, es decir, todo lo que conforma la personalidad humana. En el momento de la muerte, esta mente causal conformada sentidos, mente e intelecto, junto con los cinco elementos, es expulsada del cuerpo muerto a través de udana, uno de los cinco aires vitales. Esto constituye la muerte física. Pero el alma pervive y transmigra.

 

De acuerdo con las Upanishads, tales como Brihadaranyaka o Chandogya, el alma pasa a través de cinco fuegos antes de reencarnar definitivamente. Estos no son fuegos físicos, ni deben tomarse de manera literal. Son maneras de explicar los procesos sutiles por los que el alma atraviesa a fin de volverse apta para reencarnar en un nuevo cuerpo.

 

Se dice en estos textos que los sentidos toman el liderazgo y entonces el alma es ofrecida al Sol. Este es el primer fuego o Dyu Loka. El alma en estado latente es sumergida en la energía solar.

 

En segundo lugar, el alma es ofrecida a una nube, o Parjanya Loka. Este es el segundo fuego. Entonces el alma pasa a habitar, en tamaño minúsculo, en una gota de agua, esperando su momento para continuar su camino.

 

En un momento dado, la nube se deshace en lluvia, y el alma cae a la tierra, alcanzando las raíces de una planta. Este es el tercer fuego.

 

En algún momento, un hombre se alimenta de grano o plantas, y el alma pasa a su cuerpo, habitando en una pequeña célula, que se convierte finalmente en un espermatozoide. El alma ahora habita en el cuarto fuego, su propio padre.

 

Eventualmente, en el momento de la concepción, el padre transmite a la madre el espermatozoide, el cual en contacto con el óvulo se convierte en un niño. El vientre de la madre es el quinto fuego. Después de los nueve meses, sucede el nacimiento, un alma ha reencarnado nuevamente.

 

Todo esto sucede, por supuesto, de acuerdo con los karmas particulares del alma que transmigra. Uno no nace necesariamente en un cuerpo humano.

 

Dependiendo de sus acciones, el alma puede renacer en un cuerpo divino, humano o subhumano. Esto sucede de acuerdo con las cualidades o gunas que predominen en el ser, siendo estas Sattva (pureza) Rajas (pasión) y Tamas (inercia). Aquellos virtuosos, puros, pero que no han alcanzado la liberación pueden alcanzar mundos venturosos con cuerpos de deidades o espíritus excelsos, estos son los sáttvicos. Los Rajásicos que son muy apegados al mundo, por sus propios deseos vuelven a encarnar rápidamente en la tierra, en formas humanas. Aquellos que sólo viven para la complacencia de los sentidos, de manera indolente y perezosa, y causando el mal, son enviados a matrices de bestias, para que satisfagan sus deseos de manera más efectiva. Algunos seres de carácter especialmente tamásico y odiador pueden nacer como Asuras en los mundos más oscuros. Por supuesto, estos nunca son destinos eternos. Cuando el alma se purifica y está preparada para un nuevo estadio, y sus karmas buenos o malos son agotados, se mueve hacia otro destino que le permita continuar con su proceso.

 

En el Mahabharata, el Srimad Bhagavatam y otras Escrituras se contemplan tres diferentes caminos para aquellos que dejan su cuerpo a través de los cuales hallan su nueva encarnación

 

Devayana o el camino divino. Este es el camino para el sabio que ha abandonado su cuerpo en estado de Gracia Divina y que le lleva a Parampada, la Morada Suprema, de donde no regresa.

 

Pitryana o el camino de los ancestros. El que ha sido virtuoso pero no se ha liberado llega a través de la luna al Pitrloka, el mundo de los antepasados, donde gozará por un tiempo de una vida celestial, hasta que deba reencarnar de nuevo en la tierra.

 

Por último está Yamyadi Marga, el camino de aquellos que no han realizado méritos suficientes para reencarnar inmediatamente, y debidoa sus malas acciones pasan por el reino de Yama, el dios de la Muerte, donde permanecen hasta hacerse capaces de tomar un nuevo cuerpo en la tierra.

 

Es dicho también en la Gita y otras Escrituras que es el último `pensamiento el que determina el próximo nacimiento. El que piensa en los dioses, a los dioses va; el que piensa en lso antepasados, va a los antepasados, aquel que piensa en su familia, reencarnará como un miembro de dicha familia, y así. Sin embargo, uno no debe pensar que puede hacer lo que quiera y luego escoger su destino al morir. Inevitablemente, el último pensamiento antes de la muerte será aquel que haya sido más prominente a lo largo de la vida.

 

Por lo tanto, tales destinos no deben ser tomados como un premio o un castigo, sino que dependiendo de la actitud moral y vital de cada individuo, ellos son enviados al lugar y cierpo que mejor se ajusta a su estado de consciencia y más les puede ayudar en su proceso espiritual. Todo esto sucede con la sanción del Señor Supremo.

 

Las Escrituras ponen el énfasis en lo difícil que es llegar a conseguir un cuerpo humano. Se dice que pasamos por los cuerpos de 8.400.000 especias de vida antes de encarnar como seres humanos, y que una vez que uno es humano, pasarán 100.000 vidas antes de interesarse por la vida espiritual. Por lo tanto, esforcémonos con ahinco, ahora que hemos adquirido un cuerpo humano, en cultivar virtudes tales como la compasión, la amabilidad y la devoción, a fin de hallar la felicidad en esta misma vida, y en las próximas.

 

Shloka:

vāsāṁsi jīrṇāni yathā vihāya

navāni gṛhṇāti naro ’parāṇi

tathā śarīrāṇi vihāya jīrṇāny

anyāni saṁyāti navāni dehī

 

Así como una persona se pone ropa nueva y desecha la vieja, así mismo el alma acepta nuevos cuerpos materiales, desechando los viejos e inservibles.

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